domingo, 16 de diciembre de 2012

POESÍA DOMINICANA



Los poemas existenciales constituyen la parte más apreciada por el autor, de una obra que también incluye poemas surrealistas de contenido romántico y ensayos sobre temas literarios


El poeta Víctor Díaz Goris nació en San José de las Matas en 1966. Actualmente es profesor de varias asignaturas de psicología e inglés en la Universidad Apec.

Para este joven intelectural, el surrealismo se basa en el inconsciente individual freudiano, pero también puede ser influido por el inconsciente colectivo de Jung. Es posible, entonces, extender dichas influencias al existencialismo y, por lo tanto, a prácticamente toda actividad humana.

Ciclo

Vas desde ti,

Hasta ti, a través de ti,

Hasta la noche,

Que eres tú,

Donde la rubia salamandra

Afila el hacha del cortejo,

Donde el sátiro ritúa sus ansias

Degollando ninfas con su falo.

Vas desde el día, que eres tú,

Hasta el arcoíris que libera

Su cabellera de golondrinas,

Donde la cabeza de un astro decapitado

Deja un reguero de serpientes

También decapitadas.

Vas desde la lluvia,

Que eres tú,

Hasta la ruidosa inquietud

De un cadáver de pelo largo,

Donde una emoción libera

Una jauría de espumas

Y donde el verde eco

Del Mal

Besa la piel del dolor.

Vas desde la tarde,

Que eres tú,

Hasta los vastos dominios del odio,

Donde peces cantores

Perfuman de luz

El blanco ataúd

De la muerte,

Que reposa, como Ofelia,

Custodiada por flores

Con la quietud del deber cumplido.

Vas desde la alegría,

Que eres tú,

Hasta lo que queda de la muerte,

Que soy yo.

Presagio

Cuando la flor vuelva a ser

De carne y hueso

Y el arcoíris, cansado,

Tenga forma de mujer,

Cuando la voz del odio

Tenga alas de mariposa,

Y las nubes, rubias,

Tengan ojos de cristal.

Cuando del mar vengan los cuervos, y,

Convertidos en espadas,

Decapiten al Tirano.

Cuando la lluvia tenga la textura

De miles de cabezas cortadas

Cuando la música sea el crimen

Que nos ponga de espaldas

A la luz,

Entonces los cementerios

Llorarán de alegría,

Y abrirán sus puertas

A la multitud

Que se suicida.

Arena

T u cuerpo suicidante

Agorero de crepúsculos

y destructor

De amaneceres,

Tu cuerpo-espada

Que corta al bies

Los azules hilos

Del deseo,

Tu cuerpo-mar

Ahogadero de orgasmos

Y caricias ya perdidas,

Tu cuerpo-hiedra

Envenenador de paladares

Y constructor de sinsabores,

Va levantándose

Como un hermoso pecado

Sobre el arrugado desierto

De mi conciencia.

Collage existencial

Mis ojos oyen tu estatura

Diluirse

Lentamente entre mis manos,

Mientras mi piel mira,

Indecisa,

El rojo cisne del dolor

Que se va enredando,

Aleve,

A la piel de mi silencio,

Como un grito proferido

Por la cola de una serpiente

Que se quedó soltera.

Mis oídos ven con claridad

La verde cifra de tu aliento

Desplazarse con rapidez

Hacia mi angustia,

Arrastrada por la oscura mano

Del Pecado Original,

El cual tiene forma

Y aroma de una mujer.

Mi olfato saborea,

Con fruición,

El color de los pasos de una dama

Que se dirigen hacia lo incierto,

Mientras mi pensamiento,

Mordido por duendes y ojos de libélulas,

Va abriendo grietas y arrugas

En el curvilíneo cuerpo

Del viento.

Ya viene la parca.

Una mujer desnuda

La acompaña.

Mis sentidos,

Trastornados,

Se preparan para degustar

Los colores de la Nada

Y el sabor de la Eternidad.

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